viernes, 20 de mayo de 2011
mapa de Europa S.XVI después de Utrecht
Los orÃgenes de la ciudad se remontan a época romana; en época del emperador Claudio se ordenó la construcción de una lÃnea defensiva a lo largo del Rin, dando lugar a la lÃnea fronteriza más al norte del imperio. Una de las fortalezas se construyó en un cruce en el rÃo, recibiendo el nombre de Trajectum o Ultra Trajectum. Con el paso del tiempo y bajo la influencias de los avatares de los diferentes perÃodos históricos, estes vocablos fueron derivando paulatinamente en diversas formas (Uut- Trecht, Trecht), debido sobre todo a un error de pronunciación, hasta alzanzar el nombre actual de Utrecht. En época romana, alrededor de estas fortificaciones (que albergaban una cohorte de 500 soldados) se irÃa asentando paulatinamente todo un conglomerado de artesanos y comerciantes, además de grupos de familias.
A partir de mediados del siglo III, tribus germánicas fueron periódicamente invandiendo estos territorios. Alrededor del año 275 los romanos no pudieron contener la lÃnea fronteriza norte, teniendo como consecuencia que Utrecht fuera abandonado.
A finales del siglo VII, el misionero inglés Willibrord se estableció en Utrecht, adentrando la doctrina cristiana en estas tierras y erigiéndose, por nombramiento del Papa, en el primer obispo de la zona. En el 723 el rey Franco cedió la fortaleza de Utrecht y sus tierras circundantes a la jerarquÃa eclesial. De esta forma, Utrecht sentaba la base de su posterior papel como centro religioso y económico de primer orden. Baste con mencionar al respecto, que el primer Papa no italiano de la Historia fue de Utrecht, Florenszoon Boeyens Adriaan, en el año 1522.
La ciudad fue visitada hacia el año 965 por el viajero hispano-judÃo Ibrahim ibn Ya'qub, quien describe la economÃa basada no en el cultivo sino en los rebaños y la lana, materia prima de las valiosas capas frisonas. También nota el uso de turba en vez de leña. Utrecht es un centro mercantil sin parangón.1
Tras el dominio absoluto de Carlos V durante buena parte del siglo XVI, en 1579 las siete provincias del norte firmaron la Unión de Utrecht, para hacer frente a la hegemonÃa española. Es visto como el comienzo de la República holandesa. Hay que mencionar que en los últimos instantes del siglo XVI comenzó una etapa de decadencia, a consecuencia de su anquilosamiento temporal como centro del cristianismo católico, en una esfera mayoritariamente protestante. El peso polÃtico se desplazarÃa de Utrecht hacia la parte holandesa. En el siglo XVII Amsterdam se convertirÃa en la ciudad por antonomasia de los PaÃses Bajos. Aún asÃ, Utrecht siguió conservando importancia como centro cultural y económico.
Su notable Catedral fue construida mayoritariamente entre 1254 y 1320, y en 1420 se construyeron las últimas partes. Ya no era la época de las grandes catedrales y se desestimó la construcción de unos arbotantes. En 1674 su parte central fue derruida por un tornado y su notable torre está hoy en dÃa separada de la iglesia, y lo que fue parte de su nave central, una plaza pública.
El nombre Utrecht aparece más de una vez en la Historia relacionado con tratados y negociaciones importantes. Aquà se llevó a cabo entre otros, el Tratado de Utrecht relativo a la Guerra de Sucesión española en el siglo XVIII, que además determinó las soberanÃas sobre varios territorios entre las diversas potencisa europeas, incluyendo territorios coloniales.
En el siglo XIX, se convertirÃa en la sede central del ferrocarril holandés (aún hoy en dÃa lo es), gracias a su ubicación geográfica privilegiada. Ello posibilitó un desarrollo industrial y económico muy considerable, llevandose a cabo la reconversión y modernización de la ciudad. Todo ello, junto al restablecimiento de Utrecht como el centro católico de los PaÃses Bajos, posibilitó que la urbe despertara del latente ostracismo del siglo XVIII y recuperara cierto esplendor de antaño.
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